La mayoría de niños de Pekín no podrán volver a la escuela la próxima semana como estaba previsto, debido a una nueva ola de coronavirus, anunciaron las autoridades chinas.
El portavoz local, Xu Hejian, dijo que la mayoría de alumnos de primaria y secundaria «seguirán estudiando a distancia desde casa» a partir del lunes, contrario a lo previsto de que regresaran a las aulas por etapas a partir de la próxima semana.
China es el último país que aplica una estrategia de «COVID cero», que consiste en erradicar los casos con confinamientos y test masivos. Pero las cifras de la pandemia de los últimos meses han puesto a prueba esta política.
La gran ciudad de Shanghái, centro económico del este del país, se vio obligada a un confinamiento de varios meses y en Pekín, la capital, impera la educación a distancia y el teletrabajo.
Las autoridades capitalinas flexibilizaron varias restricciones a principios de la semana, pero la aparición de decenas de nuevos casos llevaron a las autoridades a volver a imponerlas.
Concretamente, hay un brote de 115 casos relacionado con un bar, dijo Liu Xiaofeng, responsable municipal de salud.
«Superpropagador» pone en jaque a autoridades
Un hombre positivo al COVID-19, que visitó numerosos bares de Pekín durante dos días la semana pasada, ha puesto en jaque la reapertura de la capital, cuando ya se daba por superado el último rebrote, y deja de momento 115 contagios y más de 6.000 personas en cuarentena.
Los nuevos casos están repartidos por toda la ciudad, de 23 millones de habitantes, aunque 107 de ellos son personas que coincidieron con el «superpropagador» en un conocido bar del céntrico distrito de Chaoyang, entre clientes, camareros y contactos cercanos.
El vicedirector del Centro de Prevención y Control de Enfermedades de Pekín, Liu Xiaofeng, dijo que se esperan más infecciones relacionadas con este caso y alertó del alto riesgo de que el virus vuelva a propagarse por la ciudad.
Hasta ahora han sido identificados y puestos en aislamiento 6.158 contactos cercanos y 901 contactos secundarios, mientras numerosas urbanizaciones de Pekín han quedado confinadas por periodos que pueden llegar a las dos semanas mientras se reanudan los cribados masivos mediante pruebas PCR.
Lo ocurrido también ha puesto bajo la lupa a bares, restaurantes y otros establecimientos de ocio a los que las autoridades sanitarias acusan de no aplicar con rigurosidad los protocolos de acceso y rastreo, por los que los clientes deben escanear su código de salud al acceder a un local.